Al llegar a La Serena, ya casi caía la tarde, las amplias playas estaban solitarias, y el océano Pacífico mecía sobre sus suaves olas a cientos de gaviotas blancas que buscaban el último alimento antes del anochecer, mientras otras revoloteaban haciendo alboroto con sus chillidos. Pero el día no se acababa ahí, sino que comenzaba la noche. La “Noche” con mayúsculas.
La luna llena irrumpió intempestiva en los cielos más claros del hemisferio sur. ¡Y qué cielo! Decidí tomar una combi hacia las montañas para verlo desde más cerca. Durante todo el trayecto, la luna bañaba de plata las cumbres desnudas de los cerros y derramaba su luz sobre el lago del embalse Puclaro. No era la mejor noche para admirar las estrellas, porque la ostentosa luminosidad de la luna opacaba su brillo y apagaba su magnitud.
La luna llena irrumpió intempestiva en los cielos más claros del hemisferio sur. ¡Y qué cielo! Decidí tomar una combi hacia las montañas para verlo desde más cerca. Durante todo el trayecto, la luna bañaba de plata las cumbres desnudas de los cerros y derramaba su luz sobre el lago del embalse Puclaro. No era la mejor noche para admirar las estrellas, porque la ostentosa luminosidad de la luna opacaba su brillo y apagaba su magnitud.
Sin embargo, a mí me pareció una noche magnífica para visitar el pequeño Observatorio Astronómico de Mamalluca. Perfecta y “serena”... una “serena” quietud teñida de luna y de grillos de finales de verano, y las constelaciones apareciendo en lo alto invitándome a otro viaje más allá de los horizontes de este mundo, mi mundo... Alfa y Omega Centauro, Orión, Aldebarán y Sirio, Júpiter con sus cuatro lunas y Saturno con sus anillos fueron desplegándose ante mis ojos de la mano apasionada de astrónomos aficionados. Ellos me guiaron en ese descubrimiento del universo, en el tomar conciencia de mi pequeñez y la sobrecogedora magnificencia del espacio.
Fueron tres horas deslumbrantes y absolutamente inolvidables, en las que tomé contacto con la verdadera dimensión de mí misma. En La Serena, en “serena” unión con el Cosmos...
Para conocer más de La Serena:
La Serena es la capital de la IV Región de Coquimbo, Chile. Forma parte de la Provincia de Elqui . La Serena es la segunda ciudad más antigua de Chile, fundada en 1544.
Se puede llegar en avión desde Santiago, o por ruta . Desde Argentina se puede cruzar desde la provincia de San Juan por el Paso del Agua Negra a 4770 m.s.n.m.
Es un lugar muy atractivo ya que cuenta con un casco histórico colonial retirado de la costa, y una zona comercial con tiendas internacionales, shopping y un mercado artesanal interesante. Y luego, bordeando la Playa se encuentra la Avenida del Mar, que recorre 6 km de playa con hoteles y restaurants frente al mar. La bahía, de arenas blancas y finas, sin casi declive la convierte en una playa única en Chile, ya que hasta las aguas aquí son más templadas que la temperatura promedio del Océano Pacífico sobre la costa chilena. Es ideal para ir con chicos , ya que las playas son extensas y tranquilas.
La región circundante es muy rica en atractivos turísticos: la ruta del Pisco en el Valle del Elqui, los observatorios astronómicos son tres en la región porque los cielos son de los más límpidos que hay sobre la Tierra, el camino de la poetisa y premio Nobel Gabriela Mistral, con su casa, la escuela, su museo y su tumba, el embalse Puclaro, los viñedos, las plantaciones de frutales y mucho más para descubrir.
Más información:
Ilustre Municipalidad de La Serena: http://www.laserena.cl/
Observatorio Astronómico Cerro Mamalluca: http://www.mamalluca.org/ - http://www.portaldeelqui.com/mamalluca/index.php
La mejor época para ir:
Sin duda, el verano , para disfrutar de las playas, pero muy caluroso. También la primavera y el otoño son ideales para recorrer la región. El invierno puede traer nevadas que hacen instransitables algunos pasos fronterizos y algunos tramos de ruta.
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